Fin de una campaña electoral en la que Mariano Rajoy se ha mojado, sobre todo en su tierra gallega. Tan llamativa ha sido su importante actividad como otras ausencias, como la de Jaime Mayor Oreja en el País Vasco o la de Esperanza Aguirre y Francisco Camps en Galicia. El candidato Feijóo ha preferido pasearse con el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, antes que con los «barones» tocados por las dos polémicas que han alterado esta campaña, los espías y la investigación del juez Baltasar Garzón.El líder nacional hizo ayer doblete: Vitoria y La Coruña, con mensajes muy ajustados al terreno, pero sin olvidar la perspectiva nacional de estos comicios. «Votar al PNV el domingo es sinónimo de más problemas, más líos, más pasado y menos libertad, y votar al PSE es jugar a la ruleta rusa», proclamó en el País Vasco. Expectación y preocupaciónAllí los populares cierran su caseta electoral con expectación, y con alguna preocupación, por la reacción de su electorado ante la nueva etapa iniciada tras la marcha traumática de María San Gil de la dirección del partido. El PP vasco ha empeñado todos sus esfuerzos en evitar la bipolarización en torno al PSE y al PNV, y también ha huido de la política de bloques para ahuyentar el fantasma del voto útil. Su aspiración es hacerse en el reparto de mañana con la carta de fuerza decisiva: para ello debe conseguir más escaños que la suma de Aralar, Eusko Alkartasuna e IU-EB. Por otra parte, la campaña gallega ha sido de movilización. El PP presume de haber despertado en estas últimas semanas, en una tendencia ascendente que le pone al alcance –asegura– el objetivo de la mayoría absoluta. Para ello se ha multiplicado en actos en las cuatro provincias, con un Rajoy omnipresente, presumiendo de su condición de gallego, y que ha intentado taponar las vías abiertas en estos últimos cuatro años en el mundo rural. En la era Feijóo el PP ha conseguido crecer en el ámbito urbano, una de sus debilidades en la etapa de Fraga, pero ha perdido algo de terreno en los pueblos –más dependientes, por cierto, de las políticas de determinadas consellerias. En esa estrategia de revolucionar la maquinaria, el líder popular ha llegado a dar hasta cuatro mítines en una misma tarde, síntoma de la obsesión por llegar a todos sus votantes.El análisis del equipo electoral del PP con respecto a Galicia es simple: si ha conseguido hacer calar su mensaje en el ámbito rural y recuperar parte del terreno perdido en la etapa de Gobierno Touriño-Quintana, el domingo podrá ser una realidad el sueño de la mayoría absoluta, por la que nadie daba un euro varias semanas atrás. A Feijóo, exquisito en las maneras, muy preocupado por cuidar su perfil moderado y centrista, le faltó ayer tiempo para matizar las broncas palabras del presidente de su partido en Ourense, José Luis Baltar, uno de los supervivientes del «sector de la boina», tan poderoso en tiempos de Fraga. El candidato reprobó que Baltar llamase el jueves «maricón, sinvergüenza y miserable» al consejero de Medio Ambiente, pero también exigió a socialistas y al BNG que se disculpen por sus respectivos excesos.Anoche, Rajoy cerró la campaña en Galicia con una advertencia: «Los socialistas son un peligro para administrar la economía» y «cuanto más tiempo» estén en el Gobierno, en Madrid y en la Xunta, «más tarde» se saldrá de la crisis. «Por eso hay que cambiar y poner a Feijóo», afirmó con entusiasmo en un mitin en Pontevedra, ante más de 1.000 personas. Porque los socialistas «han acreditado su ineficacia», dijo, y «el actual Gobierno de la Xunta ha sido el peor de la historia de Galicia».A juicio de Rajoy, el PP tiene «los mimbres, los cimientos» y una «historia de compromiso con Galicia», pero, tal y como puntualizó acto seguido, «ahora hay que hacer algo más». Por ello, apeló al «esfuerzo, trabajo y dedicación» de los gallegos para que el domingo se obre el cambio en la Xunta.Ganar una batallaHoras antes, en el País Vasco, redobló esfuerzos y aseguró que votar el domingo al PNV es sinónimo de «más problemas, más líos, más pasado y menos libertad», mientras que quien lo haga por el PSE «juega a la ruleta rusa». Frente a estas dos opciones señaló que quien confíe en el PP «sabe que vota por España, por el País Vasco, por el Estatuto, la Constitución, la derrota de ETA y contra la crisis».A la espera de lo que deparen las urnas, celebró que el PP ya ha ganado una batalla, que «ETA no se presente a las elecciones ni vaya a estar en el próximo Parlamento Vasco». Así, recordó que el PP es el único partido que ha peleado por expulsar de las instituciones a quienes no condenan a ETA. Se trata de una batalla, precisó, que «no la dio ni el PNV, ni Patxi (López), sino los concejales y diputados del PP en el País Vasco». Y eso que aún, dijo, el PP tiene que batirse por que impere «el sentido común» a la hora de valorar en su justa medida el conocimiento del euskera al acceder a un puesto en una administración pública, para salir de la crisis, ganar la libertad y derrotar a ETA.
(Artículo publicado por la Razón)
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